PARTE I
Hola cariño, rato sin saber de ti y de tu vida ¿Cómo está el
bebé? No he vuelto a encontrar mensajes tuyos en mi celular o en mi correo, no
te he vuelto a ver en redes sociales ¿Estás bien? Desde que te fuiste para Perú
no hemos vuelto a ser los mismos, extraño todo lo que éramos, lo que nos brindábamos
sin reproche ni recriminación, más que mi prima eras mi hermana.
Sabes una cosa, ahora más que nunca necesito de vos, sé que
no hemos vuelto a hablar, sé que tienes tus propios problemas, pero estoy en un
punto de mi vida en donde no puedo más, me agobia vivir, hasta respirar me lastima,
me han herido el corazón y atropellado el alma.
Estoy de vuelta en el pueblo, muy al estilo del chavo del 8
con el perro arrepentido, quien vuelve con
la mirada tan tierna, el hocico partido y con el rabo entre las piernas,
pero más que eso regreso al pueblo no siendo yo, me acabaron en Bogotá, allá
dejé lo que era y hoy regresa a casa de mamá un zombi quien no tiene vida ni
por qué o quién vivir.
Escribirte es como tener un déjá vu, es revivir aquella experiencia
de hace años en donde te escuchaba diciendo “te lo dije y te lo advertí con ese
degenerado sirve para nada”. No encuentro por dónde empezar, quiero encontrar
paz y tranquilidad en cada letra que te escribo; comenzaré por el final para
luego contarte cómo empezó todo este tormento llamada relación amorosa.
Hace dos meses descubrí una infidelidad de Nicolás, dos días
después de haberme terminado en plena celebración de San Valentín, una
infidelidad que venía desde hace un mes y lo descubrí cuando no podía reclamar
porque según él ya no éramos pareja, a pesar de seguir compartiendo
apartamento, habitación, cama, cobijas y sexo, un tormento que no tenía nombre,
un lugar de donde quería huir pero no tenía la fuerza mental para hacerlo, era
un juego psicológico sucio de no querer dejarte ir pero tampoco querer estar
contigo, así terminó todo este falso cuento de hadas, terminé atrapado en mis
propias acciones y ya no sabía cómo escapar, pero la verdad, no quería hacerlo,
sentía el síndrome de Estocolmo, amaba a quien me estaba matando lentamente.
Sabes cariño, no sé cómo terminé en esa situación, tan lejos
de casa y con alguien que muy poco conocía, ahora que hago una reflexión en mi vida,
siento que todo fue muy apresurado, intenso, inconsciente y muy irresponsable
de mi parte, me llevé por los cachos a mucha gente incluyendo a mi familia,
quien ahora está pagando las consecuencias de esta relación fallida.
Ahora que ya te he contando en la situación que terminé, voy
darte de talles de lo ocurrido desde un principio… conocí a Nicolás por redes sociales,
me maravillé por su belleza física, todo un modelo, era un hombre impresionante
a quien no creía poder tener, ya sabes el tema de mis inseguridades y baja
autoestima, lo saludé sin esperar una respuesta, pero no fue así, de inmediato
me respondió con un “hola, es un placer saludarte”, ahí fue el inicio de todos
mis males, jamás pensé que ese “hola” me llegará a costar casi que mi propia
vida.
Desde ese 15 de junio comenzó una conversación intensa, yo
tenía todo el tiempo del mundo pues trabajaba desde casa por motivos de la
pandemia, él sacaba tiempo en medio de sus obligaciones en la clínica, era
maravilloso como me enviaba un mensaje después de atender a un paciente, me
comentaba cosas relevantes de su trabajo y también niñerías que lo hacían gracioso
y muy tierno, sus bellos ojos y barba perfecta no me dejaba ver la persona inmadura
que había detrás, sólo pude dimensionar la diferencia de edad cuando me dijo
que el 24 de junio cumpliría 24 años, me quedé sentado en una sola pieza, pues
a mis 35 años de edad no entendía como un niño, con 12 años menos que yo, podía
hacerme despertar tantas cosas; recordé que dos años atrás, al terminar mi
primera y única relación hasta el momento, juré no volverme a involucrar con
una persona menor que yo, vaya promesa, rompí récord al pasar de una pareja 5 años
menor, a una que nació cuando yo estaba nadando por las aventuras del colegio,
que irresponsable fui en ese momento, sólo culpaba al amor y al no negarme una oportunidad
de estar con alguien que en verdad valiera la pena, jaaaa payaso.
Cariño, me desconocí, me doblegué como un niño sin resistencia
a nada, sin reparos le abrí la puerta a la comunicación constante todos los
días y a cada rato, videollamadas mañana, tarde y noche, dedicatorias de
canciones, regalo de cumpleaños a la distancia, escritos de amor en tan pocos
días, despacio muchacho despacio, no tenía límite y no había freno de mano, que
locura vivía en ese momento, además era alentado por amigos que me veían solo
desde hace dos años y querían que confiara de nuevo en el amor, assshhh que
carajo, me lancé por un tobogán sin reparo alguno, no sabía qué me podía encontrar
al final.
No te lo voy a negar, fue algo mágico y maravilloso, era
feliz y así mismo correspondido, Nicolás era fantástico, con una forma de
proceder única, delicado en el trato y en su forma de hablar, muy inteligente
en sus conversaciones, altamente profesional en lo que hacía, dedicado a lo que
estábamos viviendo en ese momento ¿Qué más podía pedir y esperar?
La distancia no fue impedimento, yo desde mi pueblo y él en
Bogotá, decidimos conocernos en persona, no importaba la pandemia ni las
restricciones, saqué permisos nacionales y cogí carretera para poderlo ver;
llegué a su casa y sentí que era la persona indicada, era mas bello de lo que
podría imaginar, ese acento sureño no se le podía escapar. Recuerdo que ese día
me presentó a un buen amigo, sin saber que meses más tarde me haría la vida imposible
con ese mismo personaje, las vueltas que da la vida.
Fueron 10 días maravillosos en donde ya comenzaba a sacar banderas
rojas que no quise ver en ese momento, su
descontrol de temperamento sin causa alguna, su rudeza para decir las cosas, su
cambio de actitud tan de repente, ufff ya estaba diciendo lo que me esperaba en
esa relación, pero estaba ciego por la belleza física y los besos dados
mientras sudábamos en la cama.
Yo sentía que lo había conseguido todo, iba como tren bala
sin frenos, le pedí que fuéramos novios y me rechazó, argumentó que todo era
muy pronto, lo que no sabía y me enteré más tarde, era que estaba saliendo con
más hombres, por ejemplo el sobrino del alcalde de la localidad a quien llevaba
a tomar vino y hacer cosas en su apartamento, el enfermero de uno de los
hospitales a quien conoció por redes y llevaba a su casa, el médico feo que se
intentó sobrepasar sexualmente con él, pero le aceptaba invitaciones a comer,
el astrologo loco que después de intimar en la cama lo despachó sin reparo, el
supuesto gran amigo a quien le sacaba comida pero nunca lo aceptó, el señor de
Manizales a quien hizo ir hasta Bogotá para explotarlo económicamente, el
catano de Medellín que conoció por la calles de la ciudad mientras estaba en su
anterior relación y sin importar un carajo lo ilusionó y mantuvo así por mucho
tiempo, incluso cuando estaba conmigo y este personaje es clave en uno de los
momentos que más adelante iba a suceder. En fin, una lista de hombres con quien
salía e intimaba y yo era parte de esa lista, pero no lo sabía.
Me regreso a mi pueblo y me dice constantemente que me
quiere, que le hago falta y que no quiere estar sin mí, renuncia a su trabajo y
me pide que lo ayude a ubicar laboralmente por estos lados, así fue, me
comprometí políticamente y conseguí ubicarlo en la UCI del hospital, muy bien
ubicado profesional, laboral y económicamente; tanto era el embrujo por ese hombre,
que fui hasta Bogotá a traerlo para que se presentara al trabajo y no lo
perdiera, teniendo en cuenta la restricción de movilidad en el país por la
pandemia.
De esta forma inicia la pesadilla para mí, me entregué sin remedio
a una persona que no conocía, le di todo e incluso lo más importante para mí,
mi familia y entorno inmediato; 15 de agosto fue la fecha de su llegada, todo
parecía ir de maravilla pero nada podía estar peor.