Espacio para plasmar pensamientos y sentimientos, un blog que se convierte en un diario público y abierto a la interpretación de cada lector.
martes, 10 de noviembre de 2009
LA EXPRESION ARTISTICA DE LOS GRAFFITIS CONDENADA A LA ILEGALIDAD
"El graffiti como expresión del ser para dar a conocer sus ideas, sentimientos y emociones, se entiende de igual forma como una expresión de la comunicación".
Desde sus inicios el graffiti se a mostrado como un medio de expresión, los graffiteros inundaban las calles de Nueva York con sus nombres y el número de la calle en donde residían, ¿cuál era su objetivo? ¿Qué querían comunicar? Pues a simple vista nada, se podría apreciar un arte o un síntoma de rebeldía, tal vez desde entonces se ha tomado el graffiti como “PROHIBIDO”, pero en el fondo, mas allá de lo artístico, una cultura juvenil empezaba a tomar riendas de sus sentimientos artísticos y comunicativos.
Partiendo de que todo en nuestro medio dice algo, expresa algo o muestra algo, diremos que el graffiti es un “medio comunicativo” (no reconocido por las elites de la comunicación) pues el graffiti dice, informa, muestra, enseña y transforma el pensamiento o idea sobre determinado concepto en el receptor.
Emisor, mensaje, código, decodificación y receptor como elementos comunicativos implícitos en el diario vivir del ser humano, se pueden encontrar en el graffiti, pues el graffitero como emisor siempre quiere decir algo, o al menos inconcientemente lo dice, pongamos como ejemplo la señorita que al vestir una minifalda, ombliguera y zapatos altos, cargando su rostro de maquillaje deja mucho que decir, así no hable, así no quiera dar concientemente un mensaje, así no diga que es vagabunda, para el receptor quien es el que decodifica el mensaje, las conclusiones son precisas; el graffitero de igual forma, a pesar de no querer dar un mensaje y solo expresar un sentimiento, deja un mensaje al receptor que interpreta de muchas formas ese mensaje. Por ejemplo un graffiti aparece en la casona de la universidad: “ANDRES 6” así solo la intensión sea colocar un nombre y un número artísticamente, para los receptores la percepción será diferente, podrían decir que el bandolero esta dañando el patrimonio de la universidad, que Andrés es satánico e invita a la anarquía porque utiliza el número 6, para alguna universitarias les causaría curiosidad por saber quien es Andrés y buscarían la forma de conocerlos etc.
Ese es el inmenso mundo de la comunicación y podremos encontrarla en los graffitis.
No podemos enmarcar el graffiti como expresión de vandalismo, pues en su esencia es solo expresión del sentimiento y del arte, que sus inicios tengan un tinte de prohibido que aun se mantiene, no puede llevarnos a conclusiones vagas de que el graffiti es expresión o sinónimo de vandalismo.
El graffiti como expresión estética, para poder abordar este punto deberíamos cuestionarnos sobre el significado de lo estético y de su expresión, cabe recordar aquel sacerdote Diocesano Ramón Mora, que ante la afirmación de un estudiante sobre su compañero: “Este muchacho no es normal” el responde: “¿Qué es normal y que es anormal?” para los locos, quines supuestamente nosotros son anormales, en su mundo son normales, lo que para mi es anormal para el otro es normal, todo es relativo. Así podríamos enfocar este punto, todo es relativo, los graffitis como arte, como expresión y como “estética” construye; ¿qué es lo que construye? digamos que cultura, identidad, arte y una forma de ver la expresión artística más allá de los grandes salones elitistas.
De lo anterior podremos concluir que el graffiti está traspasando barreras económicas y mercantilistas que negocian con el arte, utilizando el arte como medio decorativo y no como medio de comunicación y expresión.
Es así que el graffiti se resiste caer en el negocio mercantil del arte y sigue postulándose en las calles y los lugares populares, siendo objeto de persecución y señalamientos por parte de la sociedad, que ha llevado a los graffiteros a la ilegalidad, expresando su ideas en muros corriendo el riego de ser acusados de daños a la propiedad ajena.
En este mundo se tienen que mover los graffiteros, entre la ilegalidad y el arte, dejando un mensaje claro que la comunicación en ocasiones depende del lucro económico y no de la libre expresión de las ideas artísticas.
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